En la línea Jay Bow, las texturas no son un recurso plástico: son el lenguaje.
Las capas, relieves y grietas de la materia se funden con el color y la atmósfera, creando paisajes emocionales abstractos.

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Surgen del diálogo entre materiales orgánicos e industriales, trabajados con técnicas mixtas sobre soportes preparados a mano. Las obras están realizadas con materiales de calidad de archivo y pigmentos profesionales, pensados para resistir el paso del tiempo.

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Aunque son piezas únicas, en algunos casos es posible reinterpretar la obra variando sus tonos o carácter cromático, siempre respetando su esencia original, exigiendo el proceso un margen de interpretación creativa que permita la evolución orgánica de la pieza, en sintonía con mi estilo artístico. 

 

Esta adaptación puede contemplarse previo acuerdo con el cliente, atendiendo a necesidades cromáticas o decorativas específicas.